«Un nuevo aliado de los perros de rescate: Los drones»
Resumen de la noticia sobre el ejercicio conjunto que realizamos con nuestros drones, la unidad canina de la Guardia Civil y el Departamento de Automática y Sistemas de la Universidad de Málaga.
«Los escombros no dejan pasar la luz. El peso de estos infiere un tremendo dolor en las piernas. Las horas se hacen eternas ante la falta de comida y agua. De pronto se escuchan varios ladridos y tras ellos, un extraño zumbido eléctrico, que no es otra cosa que el sonido que emite un vehículo aéreo no tripulado, más conocido como dron. El rescate ha llegado.
Esta imagen, que en otros tiempos sería solo fruto de la ciencia ficción, será una realidad gracias a un proyecto de investigación que se está gestando en el Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática de la UMA. La idea surgió ante la necesidad de conocer el comportamiento de los perros de rescate, comenta Alfonso García, director del proyecto. «A diferencia de lo que generalmente se piensa, los canes, que se guían por el olfato, buscan a las víctimas sin ninguna pauta aparente, por lo que su movimiento es muy irregular, similar a un ruido», matiza el director.
El objetivo de esta iniciativa es ayudar a coordinar equipos humanos y caninos con robots. El animal no sigue un patrón, por lo que se busca crearlo y predecir cuál va a ser el comportamiento del perro para poder anticiparse a él. Por esta razón los entrenadores de perros de rescate se interesaron por el uso de estos dispositivos robóticos que tan en auge están hoy en día. Hasta ahora se habían efectuado varios estudios de monitorización, pero las oportunidades que ofrecen los drones hacen posible la creación de nuevos patrones.
Fue en el simulacro de accidente aéreo que tuvo lugar en las inmediaciones de Mijas el 8 de mayo de 2015, cuando se realizó la primera prueba para unir un equipo de rescate canino con un dron. Lo primero que se quería probar era la aceptación del dron por parte del perro, en este caso Yak, un labrador joven que sirve en el destacamento SYR (Seguridad y Rescate) de la Guardia Civil. A pesar de ser una prueba aparentemente simple, escondía en realidad la base del proyecto, ya que el zumbido constante de los drones podía crear algún tipo de ansiedad en los perros, por lo que el resultado era vital para avanzar en el proyecto. Yak no llegó a mostrar ninguna actitud hacia el vehículo no tripulado, permitiendo así continuar con la investigación.
Una vez verificado esto, se pasó a hacer una primera pasada con el vehículo aéreo. Mediante esta se logró crear un mapa cartográfico en 3D de la zona que serviría para conocer el estado de ella y saber si había algún tipo de peligro, así como poder estudiar la viabilidad de acceso de los vehículos de rescate, además de obtener una primera imagen aérea de las supuestas víctimas.
Tras crear el mapa 3D y analizar la situación se envió a Yak, al que se le había puesto una mochila con un localizador GPS y un conjunto de sensores de gases que marcaban desde el suelo el nivel de oxígeno, monóxido de carbono y dióxido de carbono de la zona. El problema es que estos sensores tardan en analizar la zona y en enviar los datos, por lo que aún existe un posible riesgo para el animal, motivo por el que el uso de un dispositivo aéreo de vigilancia ayuda a vaticinar cualquier indicio de peligro.
La información obtenida tanto por el perro como por el dron sirvió para crear un análisis del recorrido del animal que ha facilitado la creación de un primer patrón de comportamiento. Gracias a este, la investigación sigue avanzando, centrándose ahora en hacer más efectivo el seguimiento del can por parte del dron.
José Manuel García, guía de perros de la Guardia Civil de la especialidad SYR y Avalancha, asegura que «unir las nuevas tecnologías al trabajo que realizan los perros de rescate de búsqueda y localización de personas en sus diferentes especialidades, es un gran avance al que no podemos ni debemos renunciar siempre y cuando esté regulado su uso». Especial hincapié hay que hacer en la regulación de estos dispositivos, ya que a día de hoy y pese a que tecnológicamente sea viable, no se pueden utilizar de forma automática, sin una persona que los esté manipulando y viendo directamente desde la base.
Por otro lado, aunque los perros actúen de forma individual en acciones de rescate, siempre llevan a un guía que les va dando ciertas indicaciones desde la distancia. José Manuel García estima que «el empleo de un perro de rescate apoyado por un dron, supone monitorizar en todo momento la orografía de la zona de búsqueda, el terreno revisado, la localización, los movimientos y el comportamiento del perro. Todos estos datos son de gran utilidad para que el binomio guía-perro realice un buen resultado».
Tanto el director del proyecto, Alfonso García, como el guía de la Guardia Civil, José Manuel García, se muestran muy favorables ante el uso de drones en acciones conjuntas con los perros de rescate en un futuro: «El simulacro realizado en Mijas con el perro de rescate y el departamento de robótica de la Universidad de Málaga ha sido una experiencia muy positiva y el buen resultado obtenido no hace más que animarnos a seguir trabajando y obtener cada vez mejores resultados».
El futuro de la investigación se centra ahora en la «telepresencia» mediante la que dotarán al perro de sistemas que le ayuden a sentir la presencia remota del entrenador.
Pioneros en investigación con robots aéreos
El departamento de robótica de la Universidad de Málaga no sólo se centra en el uso de drones con perros, sino que también está trabajando en coordinar estos equipos con la faceta humana. Por un lado, gracias a un sistema desarrollado por la propia UMA, el Lidar, que trabaja con una precisión subcentrimétrica, se pueden crear mapas 3D de la zona. «Los mapas satelitales de Google Maps están muy bien, pero carecen de la precisión necesaria para este tipo de actuaciones, ya que necesitamos saber si un vehículo puede entrar en una zona o no», comenta Alfonso García, director del proyecto.
Los datos de estos planos son ampliados mediante otra serie de sensores que hacen una monitorización medioambiental de cualquier tipo de gas o combustible, creando un mapa de contaminación o peligrosidad. Pero sobre todo, lo que se está buscando con este tipo de equipos, tanto terrestres como aéreos, es hacer un seguimiento de las constantes vitales de los rescatadores, evitando así que estos puedan llegar a situaciones de máximo estrés.
A su vez, uno de los grandes problemas que se dan es que a pesar de utilizar cámaras termales, hay muchas alteraciones, como el polvo por ejemplo, que hacen que las víctimas no sean captadas como tales. Por esta razón se está trabajando en dotar a los vehículos aéreos de brazos robóticos capaces de detectar mediante el tacto el tipo de tejido que es, proyecto pionero a nivel mundial que se está realizando en Sevilla bajo el nombre Arcas (Aerial Robotics Cooperative Assembly System).
Además de para rescate, los drones tienen otros usos, como comenta Manuel de la Torre, de la empresa malagueña ATyges, especializada en ingeniería desde hace más de 20 años y en drones desde hace cinco. Uno de ellos es el seguimiento de obras y estructuras, permitiendo valorar cualquier tipo de error. Otro es mediante el uso de cámaras multiespectrales, utilizadas sobre todo en agricultura, que permiten crear una imagen centrada en lo que se quiera observar: sistemas hídricos, infección de plantaciones, estado de la vegetación, etc. que posteriormente será interpretada por el profesional que analice la información obtenida por los drones.
Los vehículos aéreos no tripulados van a estar muy presentes en nuestro futuro, ya que como comenta Alfonso García, sus posibilidades de uso y su ajustado coste (un dron profesional cuesta entre 8.000 y 12.000 euros) hacen que muchos profesionales de sectores totalmente diferentes se vean atraídos por ellos. Por esta razón, la legislación se está endureciendo cada vez más, prohibiendo el uso de estos vehículos aéreos en zonas habitadas o a una distancia a la que dejemos de observar el dron.
Fuente: Diario Málaga Hoy. 30.08.2015 Jon A. Sedano